03 MARZO 2014 | POR OLGA
En
1911 se celebró por primera vez el Día Internacional de la Mujer
Trabajadora. Una jornada de reivindicación que nació a favor del
derecho al voto, al trabajo, a la no discriminación laboral, familiar y social.
En
este 8 de marzo queremos tener presente a todas las mujeres trabajadoras,
especialmente a las que día a día luchan contra la incertidumbre económica y
vital a la que llamamos crisis, y que viene sirviendo
de excusa para precarizar nuestras condiciones de vida y de trabajo, mientras
se prioriza dedicar los recursos económicos a la rentabilidad económica de unos
pocos creando más pobreza y más desigualdad (INFORME FOESSA 2013 Cáritas, una sociedad fracturada a causa del
aumento severo de la desigualdad).
Nosotras,
hombres y mujeres de la HOAC y la JOC, vemos como el actual modelo social,
político y económico, patriarcal y capitalista, nos sigue sometiendo a las
personas, y especialmente a las mujeres:
–A
nivel mundial, la crisis incrementó la disparidad entre las tasas de desempleo
de hombres y mujeres y destruyó 13 millones de empleos para las mujeres en todo
el mundo, según la OIT.
–Además,
las mujeres representamos las dos terceras partes de la población mundial en
situación de pobreza, sufriendo una mayor desventaja en el acceso a la tierra,
a la educación, al empleo, a la vivienda, a la cuantía de las pensiones y
muriendo más por enfermedades curables. Las mujeres sufrimos el hambre en el
mundo, de manera más sangrante.
–El
2013, España cerró el año con una tasa de paro femenino del 26,9% (EPA), siendo
uno de los países de Europa con más desempleo entre las mujeres. Pero los datos
son más espeluznantes entre los grupos de edad más jóvenes: la cifra de paro
alcanza el 75,6% en las mujeres entre 16 y 19 años, y es del 50,5% en las
mujeres entre 20 y 24 años.
Las
mujeres trabajadoras sufrimos doblemente las consecuencias de esta
situación, por la propia situación que afecta al conjunto del mundo obrero y
del trabajo, y por nuestra condición de mujer. Las mujeres con poca
cualificación, pertenecientes a familias de barrios obreros, muchos de
exclusión social, con empleos poco remunerados y sin derechos, con importantes
responsabilidades familiares, muchas de ellas inmigrantes, son el eslabón más
débil y que soporta mayor discriminación y mayor explotación por ser mujeres
trabajadoras y trabajadoras pobres.
Además
nuestra sociedad todavía no ha dado respuesta al rechazo de la maternidad o
paternidad al que hoy día asistimos, ni a la contradicción entre el sistema
productivo y la estructura familiar.
La
liberación de la mujer de toda forma de abuso y de dominio tiene un mensaje de
perenne actualidad, el cual brota de la actitud misma de Cristo hacia
las mujeres.
¿Y
qué dice la Iglesia ante estas situaciones?
–Ante
los recortes que ya han dejado a unas 136.000 personas sin la posibilidad de
cotizar a la seguridad social por cuidar un familiar, y de las cuales la gran
mayoría son mujeres. El Papa Francisco recuerda que: “entre las mujeres encontramos constantemente los más admirables
gestos de heroísmo cotidiano en la defensa y el cuidado de la fragilidad de sus
familias” (Evangelii Gaudium, (EG) 212).
–Ante
la menor representación en los órganos de decisión sociales y eclesiales, nos
dice que«el genio femenino es necesario en todas las expresiones de la
vida social; por ello, se ha de garantizar la presencia de las mujeres también
en el ámbito laboral» y en los diversos lugares donde se toman las decisiones
importantes, tanto en la Iglesia como en las estructuras sociales (EG, 103).
-
Ante los asesinatos sufridos por razón de nuestro sexo. “Doblemente pobres son las mujeres que sufren situaciones de
exclusión, maltrato y violencia, porque frecuentemente se encuentran con
menores posibilidades de defender sus derechos” (EG, 212).
Hoy
persisten muchas formas de discriminación que ofenden la dignidad y vocación de
la mujer en la esfera del trabajo, por lo que hemos de seguir luchando en pro
de la igualdad y la justicia, desde nuestra fe, recordando a
todas las mujeres, muchas anónimas, que entregaron su vida para que la
situación de la mujer y de la sociedad avanzara, liberándonos de muchas de
nuestras esclavitudes. “Mujeres, que han sido y son
todavía olvidadas en sus anhelos, marginadas frecuentemente e incluso reducidas
a esclavitud” (Compendio DSI, 236). Las reivindicaciones de los
legítimos derechos de las mujeres nos plantean, a la Iglesia y a la sociedad,
profundas preguntas que nos desafían y que no se pueden eludir superficialmente.
La
HOAC y la JOC, como cristianos y cristianas, sensibles a las condiciones de
vida y de trabajo opuestas al Proyecto de Dios y que atentan contra la dignidad
de toda mujer y de toda persona, hacemos una llamada a la reflexión, la acción,
el compromiso y a la denuncia profética. Y lo hacemos desde la capacidad que
las personas tenemos para organizar la vida social desde la igualdad y desde el
respeto a la diversidad de cada hombre y mujer.
Queremos
vivir todas estas situaciones con ilusión y esperanza, desde la
corresponsabilidad en esta tarea. Así, la JOC y la HOAC queremos seguir dando
pasos para cumplir nuestra misión de acercar más Iglesia y Mundo Obrero. Jesús
siempre estuvo atento a las personas, en especial a quienes menos contaban,
desde el amor y la cercanía, buscando devolver a cada persona su dignidad
negada.